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SPAS en los hoteles, ¿una buena inversión?

Posicionarse dentro del competitivo mercado hotelero actual no es sencillo, pero algunos factores ayudan a conseguirlo. Entre ellos, el de igualar o superar las expectativas del cliente a través de experiencias que inclinen la balanza hacia una respuesta positiva tras la estancia en el hotel. Uno de los elementos que ofrecen más garantías para conseguirlo es instalar un spa en el hotel, ofreciendo una experiencia completa para la desconexión tras una jornada de intensa actividad.

La exigencia actual a través de las plataformas online, donde el cliente puede comparar rápidamente instalaciones y servicios a golpe de clic, ha hecho que el atractivo de los spas en los hoteles sea un elemento clave a la hora de decidirse entre las distintas opciones, incluso aunque no se trate del perfil de turista wellness.  De hecho, hoy en día añadir el requisito de spa en la búsqueda de un hotel no es nada excepcional.

Tanto si el cliente se encuentra en el hotel por trabajo como si ha acudido para conocer el destino en sus vacaciones o para asistir a algún evento que tiene lugar en la localidad, contar con la posibilidad de relajarse en las instalaciones de hotel, sin tener que salir de él para disfrutar del bienestar que ofrece un espacio wellness, es siempre una posibilidad atractiva.

Estas son las principales ventajas de construir un spa en el hotel:

 

– Relax y desconexión. El turismo de bienestar es el que más se ha incrementado en la última década, y en ello ha tenido un gran peso que cada vez damos más importancia a nuestro cuidado y salud, buscando espacios donde poder regalarnos experiencias saludables que repercutan positivamente en nuestro organismo. De ahí el auge de los spas que ofertan la posibilidad de descansar los músculos y tonificarse adecuadamente, proporcionando además un tiempo de relax y desconexión. El hecho de poder acceder a ello sin salir de las instalaciones del hotel es un valor añadido muy apreciado por los clientes.

 

– Romper la estacionalidad. Una de las herramientas para poder combatir la estacionalidad teniendo ocupado el hotel durante todo el año es ofertando un servicio que tenga el mismo atractivo en invierno, primavera, verano y otoño. El spa cumple esas condiciones, y sirve de reclamo en la temporada habitualmente de menor actividad. Para algunos clientes se trata de un servicio adicional interesante que usarán o no dependiendo del tiempo del que dispongan, mientras que para otros es esencial, sirviendo como elemento principal para decidirse por ese hotel y no cualquier otro.

 

– Ofrecer experiencias. Para poder fidelizar al cliente consiguiendo que valore su estancia de la forma más positiva posible, proponer experiencias de bienestar es una inversión que compensa con creces a medio plazo. Si se dedica especial atención a la construcción del spa, apostando por profesionales del sector que cuiden la calidad y el diseño, proponiendo las mejores soluciones para aislarlo todo lo posible del ruido o las zonas de más tránsito del hotel, podremos tener buenas garantías. Firmas especializadas que llevan décadas trabajando en el sector con muy buenos resultados, como Quilis, Freixanet Wellness o la veterana Prim Spa, son algunas de las que nos ayudarán a conseguir el espacio perfecto de relajación donde el cliente encuentre su bienestar.

 

– Buena publicidad. Desde que los clientes valoran sus experiencias públicamente en las mismas plataformas donde hacen sus reservas, sus comentarios se han convertido en una pieza clave de promoción, por lo que proponer servicios adicionales como el de un spa, donde recuperarse y tomar fuerzas tras la jornada, es una buena opción. El objetivo del cliente es encontrar un lugar confortable fuera de casa y, si es posible, acceder a servicios que proporcionen un plus de bienestar a su experiencia, y en este escenario el spa es un perfecto aliado.

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