
Los estilos de la arquitectura mallorquina
Los estilos de la arquitectura mallorquina
La personalidad de cada región no solo está presente en la gastronomía, las tradiciones locales o las costumbres de quienes residen en ella. También se palpa en otras formas culturales, y la arquitectura es un buen ejemplo de ello. En el caso de Mallorca, tanto el clima como los materiales que proporciona la propia isla fueron determinantes a la hora de marcar la personalidad de las construcciones. Y el resultado es un estilo propio donde la piedra natural es una de las principales protagonistas.
Es el elemento principal de los tres tipos tradicionales de arquitectura mallorquina, que se dividen igualmente por regiones porque cada zona ejerce una influencia diferente en el estilo de construcción. Habitualmente esos estilos se resumen en el de la sierra de Tramuntana, que al ser zona de montaña se caracteriza por la construcción en piedra caliza dura; el de la zona central de Mallorca, Raiguer, donde se combina la piedra y el barro; y el de la zona meridional, la comarca de Migjorn, en la que las casas se levantaban con los restos de marés excedentes de las canteras, extraídos a mano.
Pero además de la piedra natural, en la arquitectura mallorquina siempre se ha tenido en cuenta otro elemento: la luz. Aprovechar la estupenda luz de Mallorca es una constante en el estilo arquitectónico de la isla desde hace siglos. No solo por la calidez que aporta, sino también porque aumenta la sensación de espacio y logra un ambiente más confortable. Es la razón por la que la mayoría de las edificaciones buscan integrar la luz natural en el proyecto arquitectónico.
Por último, hay otros elementos que terminan de conformar la personalidad mallorquina en las construcciones como son la madera, presente sobre todo en ventanas y en techos con vigas vista, y los tonos terracota, otras dos claves para aportar la calidez que caracteriza a Mallorca.
Muestras en la isla
Encontrar ejemplos de arquitectura típica en Mallorca no es una tarea complicada. Una buena muestra es la casa Joan Miró Mallorca, Son Boter, una de las tres edificaciones que conforman la Fundación Joan Miró. Se trata de una casa señorial tradicional mallorquina que se levantó en el siglo XVIII y Joan Miró convirtió en su segundo estudio en Mallorca, además de en su lugar de refugio. En ella se pueden ver todas las características de la arquitectura tradicional mallorquina.
Ocurre algo similar con la sede de la Fundación Bartolomé March, el Palacio March, que fue la residencia de la familia March en Palma de Mallorca durante décadas. Se encuentra en una situación extraordinaria en el centro histórico, junto a la catedral, el Palacio de la Almudaina y el antiguo casino que hoy acoge la sede del Parlament. Y sigue la línea de los palacios barrocos mallorquines, que también muestran la tradicional arquitectura de la isla. Era buen conocedor de ella el arquitecto mallorquín Gabriel Alomar Esteve, que actuó como director de las obras e impuso el marcado carácter mediterráneo. La fachada principal, la galería abierta y la terraza que hace las veces de extraordinario mirador sobre la ciudad son sus elementos más característicos. Un buen ejemplo de la personal arquitectura mallorquina.
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