Espacios exteriores útiles durante todo el año
Para poder valorar al alza un espacio, la clave está en su funcionalidad: si se trata de una superficie que apenas utilizamos porque resulta incómoda o poco confortable dependiendo de la estación en la que nos encontremos, se trata de un espacio perdido. Sin embargo, si hacemos uso de esa superficie durante todo el año, dándole además distintas funcionalidades según las necesidades de cada momento, se tratará de un espacio muy valorado.
Las superficies exteriores suelen encontrarse entre los espacios que no usamos tanto como quisiéramos, lo que hace que pierdan parte de su valor. Sin embargo, añadir funcionalidad a terrazas y otros espacios al aire libre anexos a la construcción principal es una tarea sencilla: se trata de prever las dificultades que tendrá su uso cuando las condiciones climáticas no nos acompañen, y adelantarnos a ellas.
De esa forma, el disfrute de los grandes espacios exteriores será una realidad tanto en verano como en invierno, con el añadido de que en una isla como Mallorca, la luz es un privilegio que debemos aprovechar al máximo, ya que tiene unas excelentes condiciones durante todo el año. Adaptando el espacio podremos hacer uso de ella además de cumplir el objetivo de dar funcionalidad a toda la superficie, incluyendo los meses en los que bajan las temperaturas.
Materiales para adaptar el espacio
Para que esta ecuación funcione, hay que introducir un factor fundamental: los materiales que nos van a proporcionar confort protegiéndonos del frío, del viento o de la lluvia. El tradicional cerramiento en carpintería metálica resta valor a la terraza durante los meses más calurosos, ya que el espacio exterior pasa a ser cubierto. Pero podemos optar por otras posibilidades. Entre ellas se encuentran las pérgolas bioclimáticas y las llamadas cortinas de cristal.
Las primeras son escalables, lo que permite crear un espacio cubierto o abierto de forma completa para que lo usemos a lo largo de todo el año según nuestras necesidades. Es la mejor manera de adaptarse al clima integrándose en el entorno exterior, ya que pueden ser adosadas, inclinadas o totalmente independientes, además de con tejado abierto, tejado de lamas o techos modulares.
En cuanto a las conocidas como cortinas de cristal, se trata de un sistema sin marcos de aluminio que permite abrir o cerrar tanto espacio como deseemos, y siempre manteniendo las vistas al exterior. Es decir, la terraza sigue siendo una terraza, pero tan protegida del viento y la lluvia como queramos. Lo hace posible un sistema de acristalamiento vertical transparente con desplazamiento de corredera en el que, al llegar a uno de los extremos, las distintas hojas de cristal se pliegan, reduciendo todo el cerramiento a un pequeño espacio.
Además, en ese espacio exterior podemos instalar durante el invierno estufas exteriores o setas de calor, unos elementos calefactores que aportan calidez al espacio. También es buena idea decorar con luces colgantes o velas que proporcionan calidez y luminosidad. Por último, no olvidarse de aislar el suelo con alfombras que den además un toque personal a la estancia es siempre un acierto.